viernes, junio 28, 2013

El indulto de la madre (Segunda Parte).

Un banco en su cámara acorazada protege una fortuna. La Ley preserva la el gran tesoro que es la Justicia. Tesoro éste más valioso que cualquier fortuna. Entre otras cosas porque cualquier fortuna sin Justicia, se puede perder en un día. Y así, porque ese tesoro es de valor incalculable, la cámara donde se custodia debe ser hermética. Nadie excepto el personal autorizado debe ser capaz de poner las manos sobre la Justicia.

En el post de ayer, entre defender a una pobre mujer o defender a la Justicia, he decidido defender a la Justicia. Y no me arrepiento lo más mínimo.

Primero sucumbió en nuestra sociedad el concepto de Verdad. Ahora, por un proceso lógico e inevitable, le toca a la Justicia.

La legislación no debe ser dura con esa mujer. Ni dura, ni blanda. La legislación es. Tiene que limitarse a ser. La Ley es la razón. Si la Ley comienza a sentenciar con el corazón, haremos de la Ley un melodrama, un melodrama primero, una tragedia después. No se hacen agujeros en la administración de la Justicia, sin pagar un precio después. Toda decisión tiene sus consecuencias. Y manipular la Justicia tiene consecuencias amargas siempre.


Lo que se propone ahora al Gobierno pidiendo el indulto es violar la Justicia dentro de la Ley. 

jueves, junio 27, 2013

Hombres débiles haciendo Justicia: Reflexiones con ocasión de la petición de indulto de una madre que mató al violador de su hija

Siempre me he opuesto de forma absoluta a que cualquier gobierno del mundo tenga poder para conceder indultos. Un juez debe valorar las razones atenuantes, para humanizar la sentencia. Cabe que un segundo juez revise la sentencia del primero. Y que un tercer grupo de jueces revise las sentencias previas.

Pero lo que resulta inconcebible es que el Poder Ejecutivo pueda dejar en nada la separación de poderes. Se dirá que se usa poco del poder de indultar. Por supuesto, al Poder sólo le interesa hacer uso de esa facultad las pocas veces en que el peso de la Justicia le haga daño.

En cualquier caso, se trata de la concesión de un cheque en blanco, bajo la suposición de que no se abusará. Sí, si algo nos ha enseñado la Historia desde la democracia ateniense hasta ahora es que, efectivamente, el Poder Ejecutivo nunca abusa de sus prerrogativas.

La separación del Poder Judicial era la cadena que podía sujetar al Dragón. Pero, de pronto, nos enteramos que el Dragón se autoconcedía una llave para poder soltarse de la cadena cuando le interesase. De forma que la cadena era segura, excepto cuando no le interesase al Dragón. Menuda cadena. Pero qué cara. ¡Hay que tener cara!

La aplicación de la Justicia debe ser automática. No debería haber poder humano capaz de detener la aplicación de la Ley. Lo demás son argumentos falaces que ocultan lo duro que sería un poder judicial completamente libre. Es tan triste que después de tantos siglos sigamos sin tener separación de poderes en todas las democracias.

Bill Clinton concedió 140 indultos horas antes de abandonar la Casa Blanca. Nuestro querido gobierno español perdonó a un conductor kamikaze (juego que le costó la vida a un ciudadano) y ahora se le exige que indulte a una madre que mató al violador de su hija. Si ella, por poner un ejemplo hipotético, hubiera quemado al asesino de un centenar de personas, yo sería el primero en exigir que se cumpliera la Ley. No cambiaría nada que un buen hombre hubiera quemado al asesino de un millar de personas. O la Ley se cumple o no se cumple. En el momento en que la obligación de la Ley está sujeta a componendas, presiones o estadísticas de opinión, ya no es Ley. O la Ley es o no es. Lo que no puede ser es que unas veces obligue, y otras no, y otras un poco, y otras tal vez sí pero ya veremos.

Yo condenaría a una buena mujer si la hallase culpable. Condenaría a un hombre honrado, si lo hallase culpable. Condenaría al hombre que más bien haya hecho a la Humanidad, si lo hallase culpable. La Ley es el muro que separa a la sociedad de la barbarie, es la muralla que contiene a la bestialidad.

Que se haga justicia, aunque se derrumben los cielos. Que el culpable sea condenado, aunque sea un hombre bueno. El juez no juzga la bondad del sujeto, sino su culpabilidad. El hombre malo puede ser inocente, y el bueno culpable.

El juez sentado en su tribunal, investido de poder, es una cierta imagen de Dios que juzgará el último día, sentenciando inocencia y culpabilidad, atenuantes y responsabilidad. Todo juez es un servidor de Dios. Es una columna de la sociedad. El oficio de sentenciar es uno de los oficios más dignos que puede realizar el ser humano.

La sociedad está tan enferma que pronto aullará contra sus jueces. Y el Poder obligará por ley a los jueces a tener en cuenta la presión popular. Ese día, la Ley ya no será Ley, sino un mamarracho de la ley. Los jueces ya no serán jueces, sino funcionarios del Poder al servicio de las corrientes de opinión. Ese día los hombres perderán la fe en la Justicia, y los jueces se convertirán en los sembradores profesionales de esa falta de fe. De vez en cuando, se levantará un juez justo para decir en alta voz: ¡NO! Pero el Poder, los jueces y el Pueblo se encargarán de acallar esa voz cuanto antes.

Todo pueblo enfermo devora su propia Justicia. Todo pueblo enfermo carece de Justicia. Siempre ha sido así. Vamos hacia eso.


¿No os habéis dado cuenta de que hace ya mucho tiempo de que la Justicia no funciona bien? Nos hemos acostumbrado a ello. Pues bien, nos acostumbraremos a cosas mayores.